La crisis desencadenada por Convid-19, aumentó – especialmente a partir de julio de 2020 -alrededor del 20% del número de socios de pequeñas y medianas empresas (PYME) com disposición a vender sus empresas. Observo, en reuniones frecuentes, este deseo, estedeterminación y, a veces, incluso ansiedad.

Las causas que llevaron a la disposición de estos emprendedores a anticipar o incluso a poner em agenda a corto plazo, la decisión de vender la empresa, que puede ser desde el punto de vista financiero, dada la recesión que afectó al 90% de las empresas, incluso el lado psicológico.

En el ámbito financiero, es obvio que la recesión, fuertemente sentida por las pymes, provocó una caída en ventas, pérdida de liquidez y riesgo de solvencia. Este conjunto de golpes contundentes Los negativos han arrojado la capacidad de muchos para reorganizar las finanzas de la empresa y la solución ineludible, en muchos casos, es la venta de sus acciones, que pueden ser dar por dos canales.

La primera es la venta parcial, es decir, aceptar la entrada de un socio o dividir el empresa y, por tanto, la venta de la “rebanada” más sana y atractiva. el segundo canal es la venta total, para interrumpir, si encuentra un comprador, la pérdida creciente.

Pero la pandemia de Coronavirus provocó el campo psicológico, destacando la automotivación, e incluso el miedo por lo que depara el futuro, ganó fuerza y relevancia en el deseo de venta de la empresa.

A menudo escucho declaraciones como: «No estaba muy satisfecho, ahora, con esta amenaza a la vida, quiero vender «y» mira eso, la vida no vale nada, quiero disfrutar los años que falta y no tengo sucesores «, y aun así» mi socio y yo ya estábamos divergiendo y en conflicto, ahora, con Covid, es hora de definir nuestras direcciones en cuanto a quién se queda o deja el empresa».

Cada año, en todos los sectores empresariales, se crean y venden empresas. Pero cual es el efecto económico de la decisión anticipada de venta de la empresa?

La respuesta es difícil de dar con certeza. Esto se debe a que no hay claridad ni siquiera sobre el tamaño de las pymes y su participación en la economía, dada la diversidad de fuentes de información, como IBGE, Sebrae, etc., y sus respectivos criterios de clasificación. Calculo, informalmente, solo en base a la experiencia y el cruce de datos de aquellos instituciones, que tenemos en Brasil alrededor de 200.000 empresas activas, que facturan anualmente en el rango de R $ 10 millones a R $ 80 millones. De estos, el 5% se vende regularmente o incluso incluso cerró, en un año determinado, es decir, alrededor de 10 mil empresas.

Si Covid-19 aumentó las empresas ofrecidas a la venta en un 20%, entonces tenemos un aumento de 2.000 pymes a la venta, además del punto medio anual. Considerando que la valoración media de estas empresas ronda los R $ 50 millones, estamos hablando de R $ 100 mil millones, que cambiaron de dueño, «exclusivamente» como resultado de la pandemia. Este valor es equivalente a casi 50% de la suma del beneficio operativo en 2020 de todas las empresas que cotizan en B3.

El impacto emocional, el «alivio» por interrumpir las pérdidas de la empresa y la «frustración» por no continuar con la empresa no son cuantificables y mucho menos monetariamente, pero, ciertamente fueron y siguen siendo gigantes.